estados de impureza del agua

Impurezas en el agua: tipos y estados

El agua es, en muchos análisis de laboratorio, el disolvente universal. Pero aunque la mole­cula H₂O sea simple, el agua utilizada en entornos analíticos puede contener diversos tipos de impurezas que afectan la exactitud, reproducibilidad y fiabilidad de los resultados.

En Nilsson Laboratorios entendemos que conocer en qué estados o formas se presentan esas impurezas y cómo afectan al agua de uso analítico es clave para garantizar calidad en los procesos. A continuación explicamos los principales estados o categorías de impurezas, así como sus efectos, formas de detección y control.

1. Iones y sales disueltas (impurezas inorgánicas)

Estas impurezas incluyen cationes tales como Ca²⁺, Mg²⁺, Na⁺, K⁺, Fe²⁺/³⁺, y aniones como CO₃²⁻, OH⁻, NO₃⁻, PO₄³⁻.
Efectos:

  • Aumento de la conductividad del agua.
  • Interferencia en técnicas analíticas sensibles, p.ej. espectrometría de absorción, cromatografía, cultivos.
  • Formación de precipitados o depósitos en instrumentos, tuberías o reactivos.
    Control / detección:
  • Medición de conductividad/resistividad.
  • Análisis de iones específicos mediante IC (cromatografía iónica) o ICP-MS si procede.
  • Utilización de tecnologías de purificación como intercambio iónico, ósmosis inversa, electrodesionización.

2. Materia orgánica disuelta (impurezas orgánicas)

El agua de laboratorio puede contener moléculas orgánicas como ácidos húmicos, taninos, subproductos de plásticos, plastificantes, etc.
Efectos:

  • Alteración del carbono orgánico total (TOC) que puede producir interferencias en análisis cromatográficos, de masas o de trazas.
  • Formación de subproductos no deseados o reacciones secundarias con reactivos.
    Control / detección:
  • Medición de TOC (carbono orgánico total).
  • Sistemas de purificación con adsorción de carbón activo, oxidación UV, ultrafiltración, etc.

3. Partículas y coloides en suspensión

Estas son partículas sólidas finas o coloides que permanecen en el agua sin disolverse. Ejemplos: residuo vegetal, arena muy fina, polvo atmosférico.
Efectos:

  • Turbidez del agua, interferencia óptica en espectroscopía.
  • Obstrucción de filtros o membranas en purificadores o instrumentos.
    Control / detección:
  • Filtración previa, monitorización del conteo de partículas o turbidez.
  • Uso de tecnologías como ultrafiltración, microfiltración.

4. Microorganismos y biomoléculas (impurezas biológicas)

Microrganismos como bacterias, algas y sus metabolitos (endotoxinas, RNAsas/DNAsas) pueden encontrarse en agua de laboratorio no controlada.
Efectos:

  • Contaminación cruzada en cultivos, pruebas microbiológicas, reactivos sensibles.
  • Influencia negativa sobre técnicas de biología molecular.
    Control / detección:
  • Conteo de unidades formadoras de colonias (UFC) por 100 mL.
  • Recirculación del sistema, esterilización UV, filtros 0,2 µm o menos.

5. Gases disueltos

Aunque menos evidentes, los gases como CO₂, O₂, NH₃, H₂S pueden disolverse en el agua de laboratorio.
Efectos:

  • El CO₂ puede bajar la resistividad del agua ultrapura, enmascarando otras impurezas.
  • Burbujeo o liberación de gas durante análisis sensibles.
    Control / detección:
  • Desgasificación, uso de membranas especiales, control de almacenamiento.

6. Agua de diferentes grados: del agua de alimentación al agua ultrapura

El estado o grado del agua depende del uso previsto. No toda el agua de laboratorio debe ser ultrapura; el grado correcto se selecciona según la técnica analítica.

Ejemplos de grados comunes:

  • Tipo IV / agua de alimentación: agua de red o pretratada, para lavados básicos o autoclaves.
  • Tipo III: agua de laboratorio general para lavado de cristalería, diluciones simples.
  • Tipo II: agua de calidad media para cultivos, reactivos estándar, ensayos menos críticos.
  • Tipo I (agua ultrapura): máxima pureza, para HPLC, ICP-MS, biología molecular, etc. Conductividad cerca de 0,056 µS/cm, resistividad 18,2 MΩ·cm.

Seleccionar el grado adecuado permite optimizar costes sin comprometer la fiabilidad del análisis: usar agua ultrapura allí donde no corresponde es innecesario, igual que usar agua de baja calidad en análisis críticos es contraproducente.

7. Buenas prácticas en el manejo de agua de laboratorio

  • Asegurar que el sistema de purificación esté correctamente dimensionado y mantenido.
  • Monitorizar parámetros clave como conductividad, TOC, recuento biológico y partículas.
  • Almacenar el agua purificada en recipientes apropiados (preferiblemente vidrio) y evitar exposiciones prolongadas al aire que permitan la absorción de CO₂ u otros contaminantes.
  • Realizar sanitizaciones periódicas del circuito de agua, filtros y depósitos para prevenir proliferación microbiana.
  • Adaptar el grado de agua al ensayo que se realiza y documentar este requisito en el sistema de calidad del laboratorio.

8. Conclusión

En Nilsson Laboratorios sabemos que la calidad del agua no es un asunto menor: cada estado en el que pueden presentarse las impurezas —iónica, orgánica, partículas, biológica o gaseosa— puede afectar la fiabilidad y exactitud de nuestros resultados. Por ello, aplicamos sistemas de tratamiento avanzados, monitorización constante y buenas prácticas internas para garantizar que el agua utilizada cumple con los requerimientos de cada análisis. Esto nos permite evitar errores, optimizar procesos y asegurar que cada ensayo mantenga los estándares de calidad que caracterizan nuestro laboratorio.

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